Es que aquí no tenés que pararte 2 estaciones antes y andar esquivando y empujando gente, apretando fuerrrrrrte la mochila o la cartera hacia tu cuerpo para que no te manoteen al pasar, a la vez te tocás el bolsillo de atrás para controlar (y rezar) que tu billetera siga ahí, mientras vas diciendo "bajás?, a ver ... me dejás pasar?, permiso ... uy, te pisé, perdoná ... uy, me pisaron, la rep** . fff ... a ver, permiso, bajás en la próxima? ... fffffff ... ya empezás a resoplar y tus modales no son los mismos ... "uu .. se me enganchó la manga del sweater, a ver, flaco, me dejás? .. fff .. la recon**** su madre ... estos trenes de mierrrrrrrrrr**, siempre lo mismo” … y ya bajás estresado y de mal humor, arremetiendo con el cuerpo para el inevitable choque con los que suben simultáneamente, claro. En unos cuantos minutos te pisaron, te empujaron, te putearon, te arrugaron la ropa, pisaste, empujaste, puteaste ... en fin, te estresaste. Y aún te queda un rato hasta llegar al trabajo! (y con ese humor).
Bien, volvamos a X, que no tiene que pasar por nada de esto. Su ritual es: se saca los auriculares, los enrolla, cierra Windows, cierra el portátil, lo guarda en la mochila, se pone el abrigo y espera sentado hasta que el tren llegue a la parada. Se para, va hasta la puerta, se baja y camina como un duque por el caminito que te dejan los que están abajo, esperando subir.
Pero un día, Mister X. estaba tan compenetrado en su portátil que se dio cuenta un poco tarde que llegaba a su parada y tarde para su ritual diario. Se levanta como un bólido, cierra el portátil con un golpe seco, le quedan los auriculares colgando, manotea su mochila del portaequipajes con una mano, y agarra otra mochila del asiento con la otra mano con una sincronicidad y precisión admirables. Uffff, pudo bajar a tiempo; pero abajo, el tipo mira sus dos mochilas y descubre que una de ellas no era suya, y ahí le entró el pánico! Con la misma rapidez y precisión anteriores, se vuelve a subir al tren, se va hasta su asiento y deja la mochila diciendo "perdoná, flaco, me la llevé, creí que era la mía". Y cuando está por bajar, se le cierra la puerta en la cara y el tipo se tuvo que ir hasta la estación siguiente. Lo curioso de todo esto es que el dueño de la moch1ila ni se había dado cuenta, aún se estaba sacando los auriculares, pero no entendía nada. Y encima, Mister X se vuelve y le explica lo que pasó, con un tono bastante heroico, pero a mí me sonó diferente, el subtitulo de la escena decía: “mirá flaco, me llevé tu mochila sin querer y por devolvértela me pasé de estación y ahora quedé como un boludo porque todo el mundo me está mirando, pero todo bien, eh? Soy reeeeeeeeeeee honesto”.
Bien, yo no voy a expresar mi opinión todavía para no influir los pensamientos ajenos, y después voy a escribir las distintas reacciones que escuché cada vez que he contado esta historia.