Tengo que decir que el colectivero Argentino siempre ha contribuido y fomentado el acercamiento humano, ese que con su dulce y tierna voz nos sugiere "por qué no se van corriendo al interior, yo así no sigo, eh?”, o "a ver, un pasito mássssss, que en el fondo hay lugar". Y ya en el medio, cuando apenas podés respirar, elevás el cogote (bueno yo, por mi escasa estatura), mirás para el fondo y divisás 2 o 3 caripelas que te miran como diciendo "si, si ... vení, linda, vení que para vos hay lugar".
Se te trabó la monedita?? Decí alpiste, bonitaaaaa! Quién no ha pasado pro alguna de estas traumáticas experiencias?
Luego de unos 5 o 6 intentos de jugar al tobogán con la monedita, viéndola deslizarse con toda soltura por la maquinita, y percibiendo la progresiva pérdida de la paciencia y tolerancia del conductor, te clava el bondi en el medio de la calle, y con 3 o 4 delicados golpes a la máquina, te rescata la monedita y procede a su minuciosa inspección: Aaahhh ... esa adrenalina que sentís cuando empezás a pensar en qué vas a hacer cuando te diga ... "es falsa la monedita, eh .... la vas a tener que cambiar", alternando con un "a ver si suben que cierro la puerta", o "no tenés otra?, hasta dónde vas? ah no, te vas a tener que bajar eh?. Y vas cogoteando a los viajeros como esperando una solución mágica …. Esperanza que perdés inmediatamente cuando la gente te mira resoplando a la vez que mira su reloj.
Uy, y que no te toque un día de lluvia! Las malditas monedas mojadas no sirven!!
- Bajar en la parada correspondiente. Odiseas, si las hay.
Otra vez esa adrenalina luego de tocar el timbre 10 cuadras antes de tu parada porque enganchó la onda verde, y esa incertidumbre cosquilleante de no saber si va a parar o no. Y ya ves que el tipo te está mirando por el espejito con su mirada fulminante y no afloja, y no afloja ... y volvés a tocar disimuladamente sin mirarlo, y te ganás un "no querés llevarte el timbre a tu casa también?", o “Por qué no tocás de nuevo?”.
- Misión imposible I: Bajar y no morir en el intento.
Ya vas mirando de antemano por el vidrio del fondo a cuántos coches podrías esquivar, (dejando un margen para las motos), o vas calculando cómo podrías saltar olímpicamente y caer justito en la vereda sin quedar empotrado en ningún parabrisas.
Aquí me es imposible describir con palabras la variedad de saltitos y estilos que desempeñan al bajar; he visto verdaderos artistas en acción!
- Misión imposible II: Cómo lograr que el colectivo pare (sin recurrir a poderes mágicos, claro).
La gran habilidad del Argentino para desarrollar y poner en práctica, en cuestión de minutos, distintas estrategias para evitar que nos dejen plantados en la parada, son de lo más creativas. Van desde las más simples, como extender el brazo lo más posible al mismo tiempo que rezás y rogás por un milagro: (que pare), hasta las más osadas, que incluyen la interposición del cuerpo humano en la mitad de la calle, (esquivando taxis y motos, y bancandote la puteada oportuna), con alocados gestos de manos y brazos, y calculando el tiempo suficiente para pegar ese pequeño saltito que te salva la vida al volver a la vereda con gesto triunfante: "viste, si no les haces así, no paran estos ...".